miércoles, febrero 14, 2007

Karma de San Valentin


Casi nunca he pasado un San Valentín decente. El dia de hoy estuvo particularmente agüitado. Apenas y comí un cuernito con jamón y un jugo, fui al gimnasio, no me pude inscribir a Tae Kwon Do porque me cerraron las cajas de pago y por si fuera poco al llegar a mi depa (después de sortear un camino atestado de peluches, globos y flores) constaté que no traía llaves y me acurruqué hasta que uno de mis roomies llegó y me abrió. La puerta, claro, jeje.

No es que espere mucho de fechas como estas, pero es que todo parece un mal karma. Casi siempre me han agarrado soltero, y cuando ando emparejado las cosas casi siempre se van por el excusado.

Para muestra un botón. Cuando iba en cuarto semestre del bachillerato estaba planeando el catorce de Febrero más especial de mi vida. Sharon, mi novia, iba a ser la merecedora de un disco de poemas que yo compuse y grabé con arreglos musicales propios, un gran ramo de Tulipanes y un globo enorme con su nombre rotulado. Llegué a la escuela y ni rastros de ella. La busqué en su salón, pregunté a sus amigos, me planté a esperarla en esos lugares que los dos frecuentábamos. Nada. El celular muerto.

Ya entrada la tarde decidí llamarla a su casa. Su hermana me contestó con un acento medio burlón, que se había salido de su casa más o menos a las diez de la mañana. “Si quieres vienes y la esperamos“, me dijo, coqueteándome de la misma forma descarada en que lo hacía desde que nos vimos por primera vez. A pesar de que la desgraciada era muy guapa le dije gracias, pero no gracias. Decidí esperar a Sharon en sus clases de Tae Kwon Do a las que tampoco asistió. Se me terminaban las ideas, ya no digamos la paciencia. Con mi globo, flores y disco de poemas, regresé a casa, bastante triste.

Opté por pensar que seguro había una buena explicación y que eso no me iba a arruinar el día. Le regalé las flores a mi mamá, al globo lo dejé escapar y el disco siguió guardado en la mochila para el día siguiente. Me cambié, me puse guapetón y me fui solapo al cine, donde me encontré a un amigo que me caía bastante bien y que también andba deambulando y decidimos ver la peli juntos. No recuerdo la película que vimos. Lo que sí recuerdo fue el haber agarrado al cuate en cuestión como paño de lágrimas, narrándole mi triste caso y pidiéndome consejo. El muchacho trató de serenarme y me dijo: “¿por qué no le llamas? Seguro ya está en casa y con una muy buena explicación.“

La opción planteada parecía sensata. Buscamos un teléfono público (en ese entonces el celular me parecía un invento del demonio capitalista y juraba que jamas tendría uno, ja), lo encontramos, y vacilante y tragando saliva, marqué el número de su casa. Su mamá contestó. Le pregunté por Sharon. Silencio. Después de unos segundos de tortura, me dijo: “Hoy por la mañana antes de irme al trabajo le pregunté de sus planes para hoy. Me dijo que saldría contigo, esperaba que estuviera contigo. Desde la mañana no regresa.“

En ese momento sentí como si la cabeza me fuera a estallar, tantito por intentar contener el coraje de haberme tomado tantas molestias por una vieja que le decía a su familia que salía conmigo para largarse quién sabe a dónde, y tantito porque en ese momento sentía que pugnaba por salir de mi cráneo una bella y frondosa cornamenta. Era necesario desquitar mi coraje contra algo en ese preciso instante si no queria colapsar; a la mano tenía a) la caseta telefónica y b) a mi amigo y confidente. Opté por la primera opción y de un certero madrazo propinado por mi pierna derecha que ya ha noqueado a varios crsitianos en el Tae Kwon Do, rompí la estructura de lámina que constituía el cuerpo de la cabina.

Si tan sólo me hubiese tomado la molestia de ver a mi alrededor antes de cometer mi acto cavernícola, me habría dado cuenta de que había un par de patrullas estacionadas en la esquina. Más tardé en recuperar la normalidad en la respiración que los segundos invertidos por los gentiles hombres azules en llegar a mí y echarme en cara que eso era atentar contra las vías Federales de comunicación y la chingada. Como les espetara que la lámina no comunica nada excepto la publicidad de la compañía telefónica y que ese artículo sólo aplica cuando se trata de daño a los aparatos que mantienen los flujos de comunicación, nada más escuché que uno de ellos dijo: “Mira, nos vamos a llevar a la Presidencia a un abogadito“.

Y que nos llevan a los dos, a mi amigo y a mí a la Presidencia Municipal de Chalco. Tenía la Ley de mi lado y por tanto no temía, seguía con mis alegatos en un tono por demás petulante y presuntuoso. Para que vieran que a mí no me iban a dormir. Sí, ajá. Diez minutos después ya nos estaban quitando las agujetas, cinturón, relojes y cuanta cosas lleváramos con nosotros. Nos metieron a los separos faltando ya unos minutos para las doce. Nos dieron unas cobijas que olían tan mal, que decidimos que no las usaríamos. Ahí estábamos los dos, acurrudados en la cama de cemento, sin poder dormir.

Periódicamente los policías llevaban más y más inquilinos a la celda, la mayoría de ellos borrachos comunes y corrientes o chavitos que habían agarrado en la calle por inhalar “activo“. Nos veíamos tan extraños ahí como un pingüino en un ascensor, y nosotros no éramos los únicos que lo habíamos notado. Los demás se empezaron a burlar de que no nos quisimos tapar con la cobija maloliente pero nos valió queso. Al otro día, nos daban la posibilidad de salir siempre y cuando accediéramos a ser rapados y que firmáramos una hoja donde declarábamos que nos habían encontrado alcoholizados en la vía pública. La mayoría salió así, todos excepto nosotros dos. Nos mantuvimos firmes y nos llegó la recompensa: una naranja medio seca y una torta de huevo con frijoles como desayuno. Para la comida un par de albóndigas y más frijoles. A pesar de que el hambre nos tenía muertos, pactamos no comer, porque hacerlo implicaría ir al baño, ese baño que pasó toda la madrugada frecuentado por borrachos y drogadictos y estaba retacado de toda clase de desechos y fluidos.

Se acercaba ya la media noche y nos resignábamos a dormir una vez más, hasta que un poli se acercó y nos dijo: todavía no tienen los dieciocho, no los puedo tener aquí más tiempo. Además no van a soltar nada, así que ya se pueden ir. Nos devolvieron nuestras cosas, hasta el dinero, todo intacto. Salimos del lugar bastante cizcados, en verdad nunca antes valoré tanto ver caminar a los perros callejeros ni el olor de los puestos de fritangas en la calle. Esa noche me la pasé con el ojo pelón a pesar de estar muy cansado por no dormir la noche anterior. Me daba horror pensar cómo sería la vida de la gente que pasa años encerrada, o la euforia de los que salen después de mucho tiempo a reencontrarse con el mundo.

Al día siguiente puse las cosas en claro con Sharon. Le pregunté, haciendo lujo de mi ecuanimidad y templanza, sobre lo que había pasado. Le dije que podía contarme, fuese lo que fuese. Titubeó pero terminó confesando que ese era el día del aniversario de fundación de la asociación lésbica a la que se había inscrito hacía poco. Me quedé con cara de pez japonés. Estaba preparado para un “es que hay un chico que desde hace tiempo he empezado a ver“ o un “quise tiempo para mí sola, porque creo que ya no te quiero como antes“, cualquiera de esas frases que suelen terminar con las parejas comunes y corrientes. Evidentemente no esperaba escuchar que mi novia había pasado el día entre actividades lúdicas y terapias de grupo, acompañadas de mujeres que gustan de otras mujeres. Lesbianas. Lenchas. Tortilleras. Adictas al chaleco y al overol.

Chale. A partir de entonces nos hicimos muy buenos amigos, y aunque nos seguimos gustando mucho, decidimos que sería demasiado raro. Aunque claro, tenemos esa promesa cursi de casarnos y tener hijos algún día. Yo la verdad sí quiero tener hijos con ella. Pero mientras son peras o son manzanas, creo que a partir de entonces mis 14 de febrero se traen un Karma raro. Espero que algún día el ciclo se rompa y llegue alguien que me regale un globo grandote de estrella y me invite a comer un helado mientras charlamos al atardecer. Así sueño un catorce de Febrero perfecto.

6 comentarios:

Satanic Plastic dijo...

Pues así es esto de San Valentín, desde que me metí en la onda de decir, pinche día consumista dejé de sufrir, jaja!!

Jared dijo...

Awww... Mi niño! Te adoro, tú lo sabes...

Y tambien sabes que si estuviera alla, ese globo de estrella, los tulipantes y el helado te llegarían todos los días!

Daniel Goel dijo...

Ahora entiendo!!! Y por qué no me hablaste para desquitarte de las juntas a las que acudía Sharon??

Ash, te regalaría todo lo que quieras, globos, chocolates, flores y peluches, pero... 1)ODIO ESTE DÍA, ASÍ COMO LA NAVIDAD, LOS CUMPLEAÑOS, ETC... 2)CREO QUE LO ESPERAS DE UN NOVIO.
Pero bueno, al fin y al cabo también es día de la amistad...LO INTENTARÉ!!

Omar Tärsis Berzeg dijo...

¡Qué pesimistas son! jajajajajajajaja Io jamas he pasado un dia de san valentin teniendo pareja... solo el año apsado la tuve pero justo en dia 14 de febrero tronamos jijijiji... vaya suerte, eh??? Y no... no esperé nada de nadie... ni lo esperaré... que como bien escrbí alguna vez, EL AMOR ES COMO LA MOTA.

Anónimo dijo...

Podria decir que si yo hubiese estado cerca de ti te hubiese regalado seismil tulipanes, el globo de Brittany y las arditas (el de Alvin era de muy mal gusto), la estrella de Nin (La esmeralda de la corona del rey Artois que representaba su gobierno sobre los reinos de las montañas) y te hubiese llevado a comer el monte Nieverest con una cucharilla de helado de limon callejero, pero da lo mismo, je, ya es 15.

Mal asunto chico. Hay quien dice que el amor flota en el aire. Siendo yo el heredero por razon (no condicion) de las verdes armas y por lo tanto, estando consagrado a tal elemento, no entiendo por que no flota a mi alrededor, pero da lo mismo. Desde hace tiempo que me he dado cuenta que no herede la llave del tiempo, asi que lo unico que puedo hacer como tambien protector de la flora del mundo es consagrar en tu nombre todos los tulipanes del mundo que florezcan desde las 11:11 hras del dia de hoy hasta las 00.11 hras del 18 de febrero del año en curso (no me comprometo a mas por que puede haber por alli otro descendiente de Vie esperando turno para dedicar tulipanes a alguien). Mientras tanto mira al cielo. Cuando veas al cazador, las estrellitas del cuchillo sagrado tambien estan y desde las 11.13 del dia actual hasta las 7:00 am de mañana dedicadas a ti. En cuanto a la nieve, desafortunadamente tanto el frio como el elemento agua pertenecen a otros lankos, asi que no puedo hacer mucho; pero lo que si puedo es dedicarte el arte de reposteria de todas las paletas light que se produzcan el dia de hoy. Espero que te toque alguna, jejej.

Bien, supongo que no es mucho lo que se puede hacer desde un dia 15 de febrero para darte lo que no llego el 14, pero de todos modos se que los tres chocolates que si pudiste disfrutar deben estar impregnando tus adipositos dejandote una razon mas para darte cuenta de que el 14 de febrero deja huellas siempre.

Omar Tärsis Berzeg dijo...

Arroooooooooooozzzzzz!