jueves, diciembre 07, 2006

Una diva en el penal


Todo mundo esperaba el primero de Diciembre de 2006 como el día en que México habría de cimbrarse por aquello del choque entre el autoproclamado Presidente Legítimo (o Rey feo para los cuates) y el ahora Presidente Fecal: se pronosticaban cocolazos repartidos a diestra y siniestra, cuando la cosa no pasó del argüende verdulero de unos cuantos a gritones a los que ya estamos acostumbrados.

El viernes transcurría con relativa tranquilidad y la tarde llegaba; parecía que el madruguete de Calderón había surtido el efecto deseado y los revoltosos se quedarían chupándose el dedo. Pero una bomba llegó, inesperada y artera como embarazo adolescente: Los mexicanos fuimos testigos, con angustia y ojos atónitos, de la detención y traslado al Penal de Santa Martha Acatitla de Francisca Viveros Barradas, bajo el presunto delito de evasión fiscal.

Para las mentes incultas y poco instruidas en el arte de Leer el Órale y el TV Pasillo, cabe aclarar que este es el nombre de pila nada más y nada menos que de Paquita la del Barrio. Esas son ganas de querer pegarnos en el orgullo nacional.

Banqueros se inventan Fobaproas para pasar unas ricas vacaciones en Ibiza (que es como un Tepetongo, pero en chic), la Buenos Aires podría entrar al récord Guiness por la mayor cantidad de autopartes robadas por minuto, hay tantos sacerdotes pederastas como calorías en una quesadilla de chicharrón prensado, pero claro, a nuestras flamantes autoridades se les ocurre encarcelar a nuestra Diva de la Colonia Morelos porque su contador se fue de pachanga y entregó tarde su declaración fiscal.


Aunque sólo unas horas después nuestra talentosa exponente de música para féminas ardidas fue liberada gracias a que pagó la fianza que alcanzó por no ser un delito de gravedad, la verdad es que no era necesario hacerla pasar ese mal trago. Si de encarcelar celebridades nocivas se trata ahí está Luis Miguel y su disco Navideño, o Sergio Andrade que acaba de publicar su libro de cuentos eróticos. Ah, se me olvidaba, Sergio Andrade ya está en el bote, la idea más bien sería que le mandaran a su celda a Luismi para contarle las pecas de la espalda, como diría Lucerito.


Autoridades, ya en serio: Dejen en paz a nuestras divas o aténganse a las consecuencias.

miércoles, diciembre 06, 2006

El No-discurso a la Generación 2003-2007 de Comunicación


Esta mañana entregué estas palabras a la gente de mi generación, con mucho cariño. Aquí están para quien quiera echarles un ojo.

Buenos días compañeros de mi generación, buenos días maestros, buenos días a nuestros directivos, buenos días a todos.

Lo siento, tenía que empezar saludando a aquellos con quienes compartí las aulas, el tiempo, las enseñanzas y mucho más que eso. Creo con firmeza que el cariño está por encima de todo, y por supuesto el protocolo no es una excepción.

Me siento realmente afortunado de estar aquí, esta mañana de diciembre frente a todos ustedes, de tener la oportunidad de entregarles de viva voz un mensaje que, siendo honesto, preparé hace apenas unas cuantas horas. Sí, esta madrugada vio nacer este discurso que se niega a ser llamado de esa manera. Un discurso es una colección de palabras acartonadas y frases ensayadas, un discurso es lo que se pronuncia ante gente que levanta la ceja y frunce el ceño, esperando con avidez morbosa las equivocaciones de un ponente.

Por eso, amigos, hoy no vengo a entregar un discurso, vengo a darles un mensaje pleno de cariño, un mensaje que tiene mucho más que ver con la camaradería que con las pretensiones académicas. La vida se encargará ya de pedirnos currículums, de abrumarnos con salarios que a veces nos provocarán risa y otras tantas tristeza, ya el mundo intentará atropellarnos con todos sus mecanismos pesimistas.

¿Saben? No sé si les haya pasado lo mismo, pero pasé gran parte de la carrera pensando que faltaba mucho para terminar. No sé mucho de psicología, pero eso es algo que aquí y en China se llama negación. Sabemos que va a pasar, pero preferimos no pensar en eso y lo dejamos de lado para no abrumarnos. Pero no hay plazo que no se cumpla y hoy estamos aquí todos, ya con el asunto de la tesis, del servicio social, de los idiomas y de una que otra materia que se nos haya quedado atorada en el camino.

Pero creo que eso de ninguna forma es lo más importante. Lo que sí me quita el sueño, en lo que menos trataba de pensar es en la cuestión de los amigos. En esta Facultad los aquí presentes entramos para formarnos como comunicólogos pero nos encontramos con mucho más que eso. Hoy, además de los conocimientos, nos llevamos con nosotros una gran cantidad de nombres, rostros y vivencias.

Si miramos a nuestro alrededor podremos ver un montón de caras cotidianas que dentro de muy poco ya no lo van a ser más. Dentro de algunos años miraremos al pasado tratando de recordar el apellido de alguien que nos caía muy bien o que nos caía muy mal pero que ¡Ah, cómo daba de qué hablar!, nos esforzaremos para que el rostro de alguien no vaya diluyéndose en la memoria traicionera.

Si hicieron amigos aquí, háganse y háganles un favor y no los pierdan. Puede que en algún momento se sientan demasiado ocupados, demasiado cansados o sencillamente envueltos en una ola de apatía por la vida laboral. Pero no hay nada más saludable que mirar a los ojos a la rutina, sacarle la lengua y decirle: hoy no me vas a comer. Tomen el teléfono, llamen a sus amigos, concerten una reunión, vayan a tomarse un café, a un antro, a ver una exposición, lo que sea; pero háganlo.

Uno de los errores más grande que cometen los individuos mientras van ganando edad, es creerse su papel de gente grande, brindarle a algunos asuntos demasiada importancia, y a otros, que por lo general son los que realmente importan, suelen relegarlos para una mejor ocasión. Esa es la fórmula perfecta para estar insatisfecho con la vida, no cometan ese error. Basta con mirar alrededor suyo y darse cuenta de que muchas de las mejores cosas de la vida son justamente aquellas que llegan a nosotros como felices coincidencias o se nace con ellas y hay que tener el suficiente tacto para saber preservarlas.

Ayer, por ejemplo, mientras estaba en un centro comercial no pude evitar ver un anuncio impreso muy grande con un mensaje que me gustó mucho. Lo siento, soy estudiante de la especialidad de publicidad, la pasión es la pasión. El anuncio decía: “Santa, regálame unos ojos más grandes para llenarlos de asombro”. No pude evitar sonreir y pensé dentro de mí: eso es ser un publicista. Siendo la Navidad una época tan brutalmente mercantil como lo es, y siendo un centro comercial un lugar destinado para exhaltar esta conducta, me pareció un oasis refrescante el encontrarme con un mensaje como ese. Ese es el verdadero reto: no permitir que las cosas esenciales se asfixien en el entorno tóxico que casi siempre las rodea.

Por favor no pierdan esa luz elemental con la que todos nacemos. No se crean el cuento de la madurez, no se traguen las patrañas de que la gente tiene que comportarse de tal o cual modo dependiendo de su edad.

Lleven siempre bien presente qué es lo que soñaban ser de niños, los infantes son las criaturas más intuitivas que existen, su corazón nunca se equivoca. Tal vez a sus padres no les vaya a hacer mucha gracia lo que voy a decir, pero si tienen que estudiar una segunda carrera para hacer palpable ese sueño y vivir su verdadera pasión, no se detengan.

No me imagino en este mundo a un García Márquez sin pasión verdadera por las letras, a una Ana Guevara sin ganas de correr ni a un Pavarotti con desgano de cantar. La vida es una y sin pasión no es nada sino un pulsar de instintos biológicos y de actos motivados por la fuerza gris de la costumbre. Enamórense hasta la locura de su profesión, vívanla con la mayor intensidad de la que sus cuerpos y sus mentes sean capaces.

Sólo de esa manera podremos ser verdaderamente útiles a este mundo. Tengo la fortísima creencia de que venimos a aquí a compartir con los demás lo que somos y podemos llegar a ser y hacer, tal vez por eso decidí estudiar comunicación que no es otra cosa sino poner en común.

Únicamente en la medida en que seamos seres motivados por la pasión y el amor seremos seres felices y sólo siendo felices podemos hacer un contagio masivo de este sentimiento, que hoy por hoy tanto necesita el mundo en el que vivimos. En este planeta de agitación y de carreras contra el tiempo, ya poquísimos se dan lujos como mirar un amanecer, una puesta de Sol, de comerse una nieve de uva en domingo o meterse a un charco por el simple gusto de hacerlo.

Miren a su alrededor una vez más y constátenlo: lo mejor de la vida no es lo que poseemos, sino aquellos seres que a lo largo de ella han sido nuestro soporte de múltiples maneras. Dijo alguna vez Sir Isaac Newton: “Si he visto más lejos es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes”. Esta frase plena de humildad bien podríamos usarla nosotros, al darnos cuenta de que si bien ha sido importante nuestro trabajo como estudiantes, hay otras cuestiones igual de elementales, pilares sin los cuales nuestra vida se desplomaría en un instante.

Los nombres de nuestros gigantes son muchos: entre ellos están nuestros padres, abuelos, amigos, parejas, maestros, todos ellos que nos han regalado las sonrisas, los consejos, los abrazos, los regaños y toda clase de apoyos. Algunos de ellos hasta están aquí este día con nosotros, tomando bien fuerte nuestras manos, recordándonos que siempre estarán a nuestro lado, dando soporte a nuestros pasos y certeza a nuestro camino.

Otros, por otros motivos tal vez no estén aquí. Mi mamá por ejemplo hoy no se encuentra presente, está trabajando. Pero espero que alguien esté grabando esto y se lo pueda llevar para que lo vea. La amo. Sin ese trabajo que justamente hoy la ausenta de esta ceremonia, yo no estaría aquí esta mañana. Ser una madre viuda con tres hijos no debe ser fácil para nadie, y ella es como mi mujer maravilla, esa madre que luchó bien fuerte para que todos sus hijos llegaran hasta donde sus sueños les impulsaran.

Hay otros ausentes que también nos duelen, esos amores que nos miran desde el cielo. Tal vez en este auditorio hayamos más de uno a quienes nos hubiera gustado que alguien que ya partió estuviera aquí con nosotros, compartiendo este día especial. No queda más que llenar nuestros corazones de fe y pensar que están aquí con nosotros, sonriendo y estrechándonos por los hombros, felices de nuestro logro.

Esto lo digo por mi papá, que aunque partió de este mundo cuando yo tenía un año, me dejó un mensaje indeleble de lealtad a lo que se piensa, de firmeza de convicciones y sobre todo, de amor y preocupación por el otro.

Esta mañana compañeros, quiero invitarlos a que no vean este dia como un final, sino como el principio de una vida que se nos ofrece generosa. Si piensan comerse al mundo no olviden tomar de cuando en cuando un vaso de agua. Si quieren beberse hasta el fondo la vida, les sugiero que lo piensen dos veces porque la cruda no es precisamente algo gratificante, o al menos eso es lo que dicen. Si van a mirar a alguien hacia abajo, que sea para darle la mano. Vivan, amen, ríanse, lloren y por favor, nunca maduren, eso déjenselo a los abogados. Gracias.

viernes, diciembre 01, 2006

Mi lazarillo


Ciego nací.

Mis ojos pardos
de cristal esmerilado

no se estrecharon nunca
contra el color de las amapolas

no se extraviaron nunca

en el laberinto sin tiempo
de las flores rosadas del cerezo.

Pero a pesar de ello

(o tal vez gracias a ello)
te encontré
guiado por mi olfato refinado.

Gracias a ti
supe que el azul
huele a las ostras
de la bahía de Portobello
que el rojo sabe a orquídeas
que el morado sabe a muerte

y que la muerte sabe
a cuando tus pasos
se van volviendo quedos

diluyéndose en el horizonte,

en el silencio.


Supe, de tus labios,
que la mar es tan ciega como yo

(a pesar de ser un ojo enorme
que nunca parpadea).


Supe también

leyendo en tu arrebato
que el colibrí no es sino un verso enamorado
que poliniza las almas de las flores
preñándolas de risas y vibrattos.