Seguramente conocen la gravedad de los sucesos en Oaxaca y este correo es sobre eso. Por favor, les pido que lean lo siguiente y que lo hagan público reenviándolo, sobre todo a los amigos de Gerardo, quien seguramente lo agradecería ahora que está padeciendo "los logros de la democracia". Aunque no sirve de mucho mientras el gobierno no haga nada, funciona para mostrar al mundo otra cara que no es la de la información oficial.
Muchas gracias.
¡Libertad a Gerardo Bonilla!
Los que se fueron no los olvidamos...
y los que estamos aprovecharemos, para cambiarte la cara,
viejo mundo (Páez).
Tengo un amigo, un buen amigo oaxaqueño, Gerardo Bonilla Lezama es su nombre. Se ha dedicado desde hace más de veinte años, como muchos artistas del estado, a la pintura. Su nombre ha recorrido salas de exposición de varias partes del mundo: desde Haifa a Nueva York o de Oaxaca hasta Barcelona. En resumen, un gran artista. Hoy está preso. Primero, en el penal de Tlacolula, Oaxaca, y ahora, en una cárcel de Nayarit. Lo alejaron -tal y como se hacía durante la revolución mexicana- de donde sus familiares y amigos podrían hacer algo por él.. Gerardo quizá se atrevió a pensar que la sociedad en Oaxaca puede buscar un bien común y pudo tener la osadía de repudiar el asesinato y la corrupción. Pero lamentablemente fue hecho preso sólo por estar vivir en Oaxaca. Lo detuvieron cerca de la galería de arte donde expone su trabajo. Ir a trabajar le puede costar morir en la cárcel. Ahora se lo llevaron sin presentarlo, sin que pudiéramos conocer el grado de sus heridas. Y este tipo de cosas no se mencionaran cuando el presidente de México aparece en televisión pregonando los logros de la democracia.
No fue de ninguna manera sencillo localizarlo y cuando quisieron verlo la policía intentó golpear a quienes querían saber de él. Este artista internacional -de quien se vanaglorian los gobiernos por poner el nombre de México en alto- fue golpeado con salvajismo por hordas policíacas pagadas por todos nosotros para salvaguardar nuestra integridad. Qué ironía. Ahora es un preso político, un número más en las estadísticas que los tribunales y gobernadores tienen empolvados en sus escritorios sin verlas siquiera.
No sólo él esta en esa situación. Hay más de trescientos detenidos y alrededor de cien desaparecidos, de los cuáles no sé sus nombres pero que seguramente para muchas familias no serán como para mi y para todos los que leen esto, anónimos.
Como oaxaqueño, por esto que está pasando y por la miseria en que está hundida la ciudad de Oaxaca, exijo LIBERTAD PARA GERARDO BONILLA, LIBERTAD PARA TODOS LOS PRESOS POLÍTICOS Y PRESENTACIÓN CON VIDA DE LOS DESAPARECIDOS. Pero sobre todo: CÁRCEL A ULISES RUÍZ por todos los agravios que ha cometido contra Oaxaca.
Qué optimismo.
Conozco el nido de corrupción que es Oaxaca y sé que hay que exigir lo anterior y más, pero en Oaxaca nada de eso funciona. Creo que olvidaba que así es Oaxaca. Y hay cosas que no debo olvidar, por ejemplo, que en Oaxaca un gobernador puede dar la orden de disparar sobre la población y huir, sin ver a quien hieren o matan; en Oaxaca la gente se muere de hambre y el gobernador prefiere comprar armas para detener manifestaciones; Oaxaca es un estado de gente pobre y el dinero que debería ayudarlos es utilizado impunemente para una campaña presidencial; en Oaxaca un gober rencoroso decide atentar contra la imagen, las tradiciones y la historia de la ciudad vengando así los pocos votos recibidos; en Oaxaca hay cientos de encarcelados y desaparecidos sólo por no coincidir con las aberraciones del poderoso gobierno; en Oaxaca, miles de personas exigen la destitución de quien ha deshecho la tranquilidad social, pero esa exigencia se queda impotente en los labios y la conciencia; en Oaxaca, un tipo sostiene que la voluntad popular lo puso en el poder, pero que no tiene por qué hacer caso de una nueva voluntad representada por miles de personas que piden su renuncia; en Oaxaca el poder reside en una sola persona y por eso mismo cree que sólo Dios puede quitarlo; en Oaxaca la justicia no existe, la corrupción no cesa, la pobreza no alcanza límite; en Oaxaca ahora los amigos se odian y los vecinos se matan. En Oaxaca hay gente que cansada de la injusticia sale a las calles buscando soluciones y encuentra la muerte... Y los políticos no hacen nada por remediarlo y respiran la tranquilidad que les produce tener tanto poder y tanto dinero... que es nuestro. Estamos en Oaxaca.
Pero no se puede esperar menos del gobierno estatal si tomamos en cuenta que es parte de México. Qué puede esperarse si en plena masacre en Oaxaca, el presidente del país estaba tomando caros vinos en una fiesta de despedida, como si él tuviera algo que festejar; si uno de los festejados atenta contra su propio credo religioso y mancha de sangre sus manos y las de Dios al mandar a golpear en su nombre; qué esperanza puede haber en este país si está destinado a ser propiedad de unos cuantos, si la justicia sólo existe para el adinerado, si las oportunidades no se le ofrecen a quienes las necesitan; si los partidos políticos sostienen “a muerte” a un gobernador, a pesar de los muertos, los detenidos, los desaparecidos, es decir, el capricho de una sola persona de mantener el poder ha costado y seguirá costando las vidas de los menos importantes: los pobladores comunes, como tú o como yo, que no significamos nada para ellos a pesar de que somos quienes pagamos sus lujos.
¿Habrá que acostumbrarse a la impotencia? Todo mundo celebra cosas en estos meses. ¿Qué van a celebrar en Oaxaca? ¿Se puede festejar si los hermanos, los amigos, los padres, están encarcelados o muertos? ¿Ulises Ruiz será capaz de hacer fiesta después de todo lo que ha pasado? Creo que eso no se duda, pero, ¿cómo vamos a celebrar nosotros?
Muchos tenemos personas queridas en la cárcel. Ahora que –después del dos de julio- la televisión y los políticos han puesto tan de moda el respeto a las instituciones, lo pertinente será acudir a la justicia para resolver el asunto. Grave error. Cuando se acude a buscar al detenido, se corre el riesgo de ser detenido también. O para mayor comodidad se puede esperar en casa, cuando cualquiera de estas noches lleguen ilegalmente a sacarte a golpes y desaparecerte. Pero eso no es represión, sino la aplicación del “Estado de derecho”. Si Gerardo fue golpeado y va a pasar tiempo en la cárcel, entonces, por respeto a las instituciones, que se aplique a todos el estado de derecho. Quizá preso, podría conocer a un tal Emilio Gamboa por vender leyes a sus amigos; o a José Murat por el asesinato de un policía; a Carlos Imaz por corrupción; a Felipe Calderón por fraude; a Fox por utilizar al estado para enriquecer a su amigos. Seguro iría toda la clase política a la cárcel por traición a la patria. Pero sabemos que el estado de derecho es para quien lo puede pagar. Y no se puede permitir que Gerardo siga encarcelado -mientras se presume en televisión y radio, cada cinco minutos, el triunfo de la democracia y se exige el respeto a las instituciones-. Ni él ni nadie que esté en ese sitio solo porque la policía piensa que ha atentado contra los intereses de Ulises Ruiz.
Ahora está demostrado que seas o no del movimiento de la APPO, los policías no te lo van a preguntar. Seguro algunos de los que defienden a Ulises Ruiz, desde alguna cárcel, ya lo sabrán. Quizá mañana lo sepamos alguno de nosotros. Pero la paciencia tiene límites. El saco de la impotencia tiende cada vez más a reventarse y el año 2010 tiene apariencia de estar cada vez más cerca, y la centenaria sangre revolucionaria del oaxaqueño está cada vez más roja. Si no hay capacidad política para resolver el “asuntito” de Oaxaca, entonces tampoco tendrán capacidad para impedir una revuelta social mayor. El hartazgo de la gente, sus lágrimas, su creciente odio no es escuchado por quienes gobiernan. ¿A quién hay que matar para que seamos escuchados? Quizá habría fiesta el día que maten a Vicente Fox Quesada, a Carlos Abascal Carranza y sobre todo, a Ulises Ruiz Ortiz. Pero nadie les hará nada, porque no somos asesinos, como ellos.
Y es una lástima que no lo seamos.
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